El Monasterio de Nuestra Señora del Pueyo, un emblema para Barbastro y la comarca del Somontano, ha recuperado su iluminación exterior después de 15 años de apagón. Este proyecto ha sido posible gracias a la colaboración entre la compañía altoaragonesa ab energía y la asociación Amigos del Pueyo, junto al Ayuntamiento de Barbastro y el Obispado de Barbastro-Monzón.
La nueva iluminación, inaugurada oficialmente el 1 de septiembre, utiliza un sistema LED de última generación que es más eficiente y sostenible que los antiguos focos de vapor de sodio que se usaban anteriormente. Según ab energía, esta modernización permitirá una reducción del consumo de energía de casi el 30%.
El proyecto surgió a raíz del deseo de la Asociación Amigos del Pueyo de devolverle la luz al monasterio. Fina Bernárdez, directora de ab energía, afirmó que no dudaron en sumarse, ya que el lugar siempre ha sido un «símbolo para Barbastro y Somontano, un faro que ilumina la vida de la comunidad».
Por su parte, Carlos Azcón, portavoz de Amigos del Pueyo, expresó su satisfacción y señaló que la colaboración ha permitido «devolver la luz simbólica a un lugar que guía y conecta a nuestra gente».
El acto de encendido contó con la presencia de representantes de ambas entidades, el Obispo de la Diócesis, Mons. Ángel Pérez Pueyo, el Alcalde de Barbastro, autoridades municipales y vecinos de la zona. Los trabajos de instalación, realizados por tres especialistas, se completaron en tan solo tres días.
Un Faro Histórico
La iluminación exterior ha sido una característica distintiva de El Pueyo a lo largo de su historia. Ya en el siglo XVII, el santuario tenía un farol que ardía por la noche para señalar la ubicación de la Virgen a todo el Somontano. Posteriormente, se instaló otro en 1860 y, en 1924, uno giratorio. Ahora, con la nueva iluminación, el monasterio retoma su papel histórico como «faro de luz del Somontano».
El Monasterio de El Pueyo se sitúa a 7 km de Barbastro y ofrece una vista panorámica de la comarca y los Pirineos. Su historia se remonta al año 1101 con la aparición de la Virgen a un pastor llamado Balandrán. Desde 2009, los monjes del Instituto del Verbo Encarnado se encargan de la gestión de este centro de peregrinación.